Empezamos comentando la figura del narrador en primera persona, el FANTASMA, o más bien, la conciencia del narrador, que pervive en un estado en el que el tiempo no pasa, se perpetúa. Un estado en el que lo vivido se representa con todos sus detalles, con nitidez, minuto a minuto con pasmosa fidelidad. Un estado en el que no sólo se recuerda todo, sino que, además, se recuerda de manera COMPLETA: se ve todo lo que tuvo influencia sobre la vida mortal. En este punto comentamos la "crueldad" de esa visión minuciosa y total: una visión de la vida en la que nada se encubre, nada se oculta, todo se sabe y todo se cuenta, deja de ser piadosa para convertirse en tremendamente cruel.
Aquí muchos comentamos la referencia a la guerra civil, a los odios y las represalias que generó, al pasado familiar del propio autor, bien conocido. Comentamos el hecho de que la vida , por su caracter "piadoso" nos hace muchas veces ver un lado falso pero tolerable: la imagen que el niño tenía del doctor Arranz es una buena prueba de ello.
Tras el recuerdo de infancia, la conciencia del fantasma rememora las circunstancias de su muerte: su plácido matrimonio con Luísa y los encuentros con María, su amante. Una relación marital y adúltera llevada con cuidado, sin delatarse, sin cometer errores "porque los errores en estas cuestiones son formas de desconsideración, o aún peor, son maldades".
La visión completa del narrador le permite presenciar la autoría premeditada de su asesinato por parte de Luísa, de cuyo móvil nada se cuenta. Es ahora, cuando todos los personajes del relato hayan ya pasado a la condición de fantasmas, cuando Luísa conocerá la infidelidad de su marido, al igual que éste ha descubierto la responsabilidad de ella en su muerte.
Todo esta macabra historia no hizo comentar la cínica moralidad que se desprende de las palabras del protagonistas: todo es lícito mientras nuestas acciones sean piadosas, mientras no hieran. La mejor de las vidas sería, pues, aquella que se desarrolla en la más piadosa de las imposturas.
Comentado el texto, pasamos a analizar el artículo "Cómo se llamará esta afección", aparecido el 19 de octubre de 2008 en El País Semanal. La mayoría reconoció que esa afección, "la incapacidad de enorgullecerse por los éxitos del propio grupo junto a la capacidad de avergonzarse por lo ajeno vecino", es, sin duda, una reacción poco común. Es una reacción a contra corriente en una sociedad en la que medios de comunicación y los líderes políticos y sociales fomentan el amor a lo propio y convierte los éxitos personales de alguno de sus individuos en grandes triunfos colectivos. Si bien se comentó la lucidez y agudeza de la crítica social del artículo, resaltamos el hecho de que, al igual que el autor no se siente concernido por los éxitos de sus compatriotas, tampoco debería avergonzarle sus ignominias. No obstante, parece que el autor no puede evitar dejarse llevar, sin duda por su carácter, por el "patriotismo por la vía negativa".
Acabada la sesión, nos dimos cita para el miércoles 21 de enero, fecha que tendrá a Mariano José de Larra como protagonista literario.