Llegó la primavera y pasamos de los dos relatos de Fernando Uramburu ("El hijo de todos los muertos" y "Madres", de su libro
Los peces de la amargura) en los que el protagonismo de la adolescencia y de la figura de la madre son constantes, a otro relato, el de "Grushenka", en el que las vivencias de un adolescente de los años ochenta se enfrenta al descubrimiento de los nuevos territorios de la amistad, el deseo y la literatura.
Dejamos los años de plomo de ETA en el País Vasco para adentrarnos la luz provinciana de una ciudad mediterránea, la de la Palma de los años de la movida.
El pasado 18 de abril comentamos el cuento de Javier Campillo y visionamos el
cortometraje que el cineasta mallorquín Luis Ortas realizó en 2017 a partir del relato del primero.
Los lectores revivieron a través del texto y de la adaptación cinematográfica aquellas vivencias de adolescencia que marcan toda una vida: la camaradería, los primeros amores, aquel profesor determinante en la formación intelectual, las primeras lecturas trascendentales, las primeras frustraciones insuperables... Un mundo lejano en el tiempo pero de sentimientos y recuerdos increíblemente cercanos.