Ayer empezamos la temporada
de nuestro Club de Lectura de relatos con dos cuentos magníficos publicados en
el primer número de la revista literaria digital Traviesa que tenía el término
“Trucho” como título. De este número monográfico de relatos leímos “Omega” del
chileno Diego Zúñiga y “Las mañanitas” de Federico Guzmán Rubio.
Omega es un cuento de infancia, bellamente narrado, con
humor y ternura. El protagonista, un niño de 10 años que vive con su madre y su
hermana en la ciudad de Iquique, descubre en un velador de su casa un reloj
Omega que pertenecía al padre ausente. Ese reloj se convierte en amuleto casi
mágico que dota al niño de autoestima y preeminencia sobre el resto de sus
compañeros de clase. La historia del reloj, su marca y el hecho de que fuera el
único cronómetro que hubiera sido diseñado para viajar a la luna, llevará al
niño a intentar impresionar a su entorno con desigual éxito. Mientras que los
personajes femeninos (la madre, la hermana y la “chica” del cuento, la
misteriosa y solitaria Alicia) no caen en el embrujo del reloj, el resto de
compañeros de clase sí son seducidos por la disertación que hace el niño en
clase. En ella, el protagonista convence a su auditorio, con la espontánea franqueza de
la infancia y sus dotes para vivir en un mundo imaginado (trucho pero
verosímil), de que el fin del mundo previsto para el 2012 tendrá como
consecuencia la migración a la luna y en ella sólo sobrevivirán o, al menos,
funcionarán, instrumentos salvadores como ese reloj Omega Speedmaster
Professional, seleccionado por la
NASA y presente en su muñeca: “…yo miraré el reloj y seré el
único que tendrá esa información. Entonces, esto me salvará la vida, dije, y
luego bajé mi brazo e hice un gesto de reverencia. Mis compañeros se pusieron
de pie y comenzaron a aplaudir con fuerza. Así en medio de una ovación, volví a
mi puesto y entendí que mi vida nunca volvería a ser la misma”. Ese momento de gloria,
clímax del cuento, continúa con el relato de la indiferencia y la marcha de la
chica, de la pérdida del trabajo de la madre, de la partida hacia Santiago y de
la obligada venta del reloj que, sin embargo, retorna al niño por la
imposibilidad de ser vendido. El omega era trucho.
El cuento de Diego Zúñiga,
con la evocación del mundo de la infancia como fondo, muestra bien lo que el
curador de la revista, Federico Falco, explica en el prólogo: lo trucho
encierra el deseo de ser algo que nunca será, se apropia de un símbolo, el de
la marca original, y permite a su detentador cruzar, por medio del atajo de la
suplantación o la mentira, el reconocimiento que, de otra manera, no podría
alcanzar. Muy hermoso cuento el de Omega. Todos coincidimos en su bella
factura.
El segundo cuento, Las
Mañanitas, narra la historia de una cena “trucha”. La que organiza una familia
mexicana emigrada a los Estados Unidos, aconsejada por un asesor de imagen
norteamericano, para invitar al jefe de Jesús, plomero con expectativas de
promoción. El cuento describe cómo la familia adopta la imagen, los usos y las
maneras que la mentalidad norteamericana adscribe a los inmigrantes mexicanos. El estilo
es sencillo, veloz, con mucho diálogo y breves retazos de discurso interior del
protagonista. Es una historia con final feliz (Jesús demuestra no corresponder
al cliché esperpéntico del inmigrante malo, narcotraficante o ladrón, y se ve
recompensado con un puesto de supervisor) pero revela los esfuerzos, la
inseguridad y los anhelos de integración del emigrante en los Estados Unidos,
la renuncia a sus raíces y, como se ve en el relato de Federico Guzmán Rubio, a su propia identidad.
Ayer tuvimos el
privilegio de charlar a través de internet, en la segunda parte de la sesión, con
Leonardo de la Torre,
sociólogo y colaborador de Traviesa, quien compartió con nosotros su lúcido análisis
literario de los textos y sus reflexiones sobre el mundo de la emigración y el
desarraigo, temas en los que es un
experto y cuyo conocimiento ha desarrollado en diferentes publicaciones en su
Bolivia natal. Y durante el último cuarto de hora, pudimos charlar con el
propio Federico Guzmán Rubio que nos explicó cómo surgió la idea de Las
mañanitas, cómo ideó a los personajes, cómo se planteó el tema de la imagen que
tiene la población que acoge de los inmigrantes que se instalan en su país: sus
prejuicios, sus tópicos, sus rasgos identitarios…Federico nos habló también de sus dos libros publicados en la editorial Lengua de Trapo: Los andantes y Será mañana, que esperamos leer pronto en la biblioteca del Instituto Cervantes de Toulouse.
Varios lectores
coincidieron en que Las mañanitas podría ser un buen guión cinematográfico o que podría dar lugar a una exitosa versión teatral, por qué no.Todos coincidieron en que el drama que subyace en la trama los había
conmovido de manera especial.
Eso fue todo. Hora y media no dio para más. Damos las gracias especialmente a Leonardo de
la Torre, desde
Cochabamba, y a Federico Guzmán Rubio, desde Madrid, que tuvieron la gentileza de aguardarnos y conversar con nosotros. Y también a Diego Zúñiga por su cuento, a la gente de Traviesa y a
nuestros lectores de Toulouse. Hasta la próxima cita.