viernes, 15 de abril de 2011

Más cuento de posguerra: el caballo muerto, una historia sórdida y el camión de la basura


De los tres cuentos que teníamos por comentar, Los caballos, de Jorge Ferrer Vidal (Barcelona, 1926 - Madrid, 2001) fue el que más gustó por su poética crudeza, por la terrible humanidad de los personajes y por el dramatismo de la historia. El cuento narra en un breve espacio de tiempo la muerte súbita del caballo durante la labranza, el dolor del joven que lo monta y la resignación del padre que, sonriente, acepta el infortunio y decide tomar el lugar del caballo tirando del arado.

En él, aparte del polvo omnipresente, son constantes las referencias a los diferentes flujos de los personajes: al salivazo del padre, a la sangre de la herida del hijo, al sudor de ambos, a la “espesa saliva verde” del caballo muerto. En ese paisaje desolado, el padre sonríe con resignación y estoicismo, consuela al hijo que nació el mismo día del caballo y que, por tanto, es considerado por aquel como un hermano. La muerte del caballo se suma a otras ya acaecidas, como el de la madre y del hermano pequeño, y ante toda esa adversidad, el padre acepta su destino con frases consolatorias como “Lo que tenemos que hacer es seguir adelante…aprender a llevar la mancera…es fácil” (el arado como metáfora de la propia existencia). El relato acaba con un breve atisbo de esperanza cuando padre e hijo vuelven a la humilde casa, a la oscura madriguera donde encontrarán sombra y frescor, huyendo del sol exterior que “atormenta” y “resquebraja”. Un cuento bellísimo a la altura del mejor Rulfo lo que prueba que una buena historia bien contada no es específica de un lugar o un periodo concreto.

El segundo cuento que comentamos fue El último amor, de Juan García Hortelano (Madrid, 1928 - 1992). Se trata de una historia contada en primera persona por una mujer italiana que acoge, por exigencias de una organización a la que pertenece su pusilánime marido, a un activista que se dedica esconderse y, de vez en cuando, cometer robos. La presencia del “invitado” se hace cada vez más insoportable a medida que la mujer se va dando cuenta de su misterioso oficio y se convierte en trágica cuando este viola repetidamente a su huéspeda. La historia se inicia con los afanes de la mujer por limpiar, como si de un rito purificador se tratase, toda la casa tras la marcha del invitado. A partir de ahí, poco a poco, la historia nos va siendo narrada a retazos, sugerida. El cuento acaba con la afirmación de que, a pesar del asco, el rechazo y el odio por el hombre, su acoso “embrujó el camino de mi cansado cuerpo hacia la vejez”, en lo que suponemos que los sentimientos de su espíritu y las sensaciones de su cuerpo no fueron a la par.

Por último, leímos el cuento Apenas nada, del escritor murciano Alfonso Martínez-Mena (Alhama de Murcia, 1928 - Madrid, 2010), que describe, como buen exponente del realismo social de la época, una escena de plaza de pueblo en el que volvemos a encontrarnos el onmipreste polvo que se torna aquí lodo y suciedad. La narración en tercera persona va enfocando, como una cámara que va ensanchando o recortando el angular, a un grupo de mujeres y jóvenes con los cubos de basura, los perros que corretean, el único grifo del lugar, la manguera pisada a continuación por el camión de las escorias, las mujeres que compran esas escorias… Tras ello la atención se fija en la televisión y se hace un exhaustivo inventario de las noticias de la época: de un año 1967 en el que Jacqueline, Nixon, Johnson, Kissinguer, Orantes, la reina Victoria Eugenio y el Real Madrid eran protagonistas, pero en el que también había notas discordantes como el conflicto de los MIR, un motín de curas y la palabra huelga que empezaba a aparecer en la prensa escrita. A continuación, el narrador aparece y se identifica como la persona que, desde la taberna, filma visualmente las imágenes y que se sincera con el lector comunicándole su hastío, su inmenso asco por todo: por el bocadillo que come, por los cubos de basura, por el lodo omnipresente y por el agua que parece ya sucia antes de tocar el suelo. El gran camión de la basura pone punto final al relato llevándose los desperdicios mientras el narrador piensa que debería llevarselos a todos.

lunes, 11 de abril de 2011

El miércoles 13 de abril, nueva cita del Club de Lectura


En nuestra nueva cita de pasado mañana miércoles 13 de abril, a las 15.00h, comentaremos los siguientes cuentos:

- Los caballos, de Jorge Ferrer Vidal
- El último amor, de Juan García Hortelano
- Apenas nada, de Alfonso Martínez-Mena

Buena lectura.

Un club para lectores en español

El Club de lectura es un espacio de encuentro de lectores, abierto a todos. Es una puesta en común de impresiones, opiniones, conocimientos y experiencias. Nos reuniremos una vez al mes y comentaremos un cuento, un relato o un artículo que habremos distribuido previamente.


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